Me gusta tener amigos.
Tengo algunos que son ocasionales, nos vemos de vez en cuando y tratamos de ponernos al día de todo lo que nos ha sucedido, con ellos pareciera que el tiempo se detuvo en la última reunión en que nos vimos.
Tengo otros amigos más cercanos, con los que chateamos, nos hablamos por teléfono y nos vemos bastante más seguido. Son pocos, pero son buenos.
Compartimos los logros de los patojos, las angustias familiares, los conflictos en nuestras relaciones. Estamos para apoyar, acompañar y compartir.
Tengo amigos con los que no tenemos casi nada en común, pero que adoramos la cerveza o los conciertos, y siempre que podemos coincidir, nos divertimos como nunca.
Las redes sociales me abrieron la puerta a nuevas amistades, que como me dijo alguien alguna vez, de otra forma no hubiera conocido.
Al principio participé de varias actividades "tuiteras"donde conocí mucha gente. Era emocionante conocer personas de todos los estratos sociales, intereses y habilidades.
Lamentablemente esa ola de gente, también traía personas que mejor me hubiera ahorrado conocer.
El tiempo, los tweets y las discusiones fueron haciéndola de colador, porque de todos los que conocí en un principio, hoy converso y me relaciono con muy pocos.
Sin embargo tuve la suerte de conocer a una gran profesional con quien ahora trabajo, también a una psicóloga que me ha apoyado mucho, un ingeniero con una hermosa familia (que resultó ser vecino de mi hermano), un metalero que no sólo es ocurrente, sino un ser humano "cabal", un loco con miles de seguidores que tiene un corazón del tamaño del país, una pareja única porque siempre están haciendo algo y poco les importa lo que los demás piensan, una reina (porque lo es), un creativo, un par de emprendedores, algunos nerds, un par de fanáticos del deporte, un músico.
Todos amigos que empezaron virtuales, pero con los que ahora platico, me divierto y con quienes he encontrado una conexión, más allá de una red social. Por cierto, Facebook no sirve para nada. (jajajajaja)